sábado, 5 de enero de 2019

#Origireto2019: Enero #2

Lágrimas

Despierto, y la niña me mira.

Está llorando, y cuando le pregunto la razón, empieza a disculparse entre lágrimas.

—No quise hacerte daño —dice— pero, si escapaba contigo, iba a matar a mi papá. Y mi hermana está en la cárcel, no tengo a nadie más.

Estoy atada nuevamente, pero la abrazo. Otro sollozo me alerta, y veo a la mujer que he amenazado antes, atada y golpeada en una esquina, junto a una cosa rota que parece de metal y llena de sangre, seguramente de ella.

martes, 1 de enero de 2019

#Origireto2019: Enero #1


Oscuridad

Oscuridad.

Oscuridad es todo cuanto puedo ver.

Mis manos están esposadas, o encadenadas, no estoy demasiado segura. Lo único que sé es que algo resuena contra las hebras de una cadena cuando me muevo, y aunque mis piernas están libres, no me sirve de mucho si no soy capaz de ver un palmo más allá de mi rostro. Solo puedo fiarme de mis otros sentidos, como mi oído, pero tan solo escucho agua cayendo gota a gota en el suelo, supongo. 

Parece que me encuentro en algún sitio cerrado, un sótano que tiene moho de unos cuantos años y una tubería rota de la cual debe escaparse esas gotas de agua que empiezan a desesperarme con su chapoteo.

Está muy mal ventilado, ese olor putrefacto va a matarme si no lo hace antes quien sea que me haya traído a ese maldito lugar. No hay luz natural, pero si es un sótano quizá tenga una luz que aún no consigo encender.

Toco con mis atadas manos la pared, que parece estar hecha de madera y no de cemento como había pensado. Lentamente me levanto del frío suelo, y me deslizo a la izquierda. Si me tropiezo, haré mucho ruido y seguramente alguien descubra que estoy despierta y a saber qué me hará.

Al menos, me quiere viva. Eso es algo importante.

Mis manos chocan contra la tubería que emite el sonido. Piso algo blando, quizá una almohada, y sigo mi camino. Respiro profundamente cuando pateo algo metálico sobre todo el suelo, haciendo un chirrido terrible, pero nadie viene. Al poco tiempo, logro encontrar un interruptor de palanca, que levanto. La luz se hace, y aunque proviene de una bombilla mal puesta en el techo, debo cerrar los ojos hasta acostumbrarme.

Esto es un sótano o un almacén, a juzgar por las mil cosas que hay acumuladas de cualquier manera. Miro mis manos, y confirmo que estoy encadenada y el objeto que chocaba contra las cadenas es un candado bastante grueso. Intento rebuscar como puedo en el lugar, intentando hallar una llave o algo que me pueda decir quién me tiene encadenada en este lugar.

No encuentro ninguna llave, ni siquiera algo para forzar la cerradura. Tan solo objetos que yo misma podría tener en mi casa, y papeles en blanco. Sin embargo, hay algunos escritos. Parecen… cartas.
Y el remitente está realmente enfadado.

“Idiota, como te atrevas a engañarme de nuevo te las verás conmigo, gilipollas. Este maldito cheque no sirve, no me vuelvas a intentar engañar, cabrón, o te juro que te mando para el otro lado a ti y a tu familia.”