jueves, 6 de septiembre de 2018

#Origireto2018: Septiembre #1

Año 1945.
Hiroshima, Japón.

Mi pueblo puede respirar tranquilo. El intento americano ha quedado en eso, en un intento, y la amenaza que nos acechaba era menor. Pero no por ello menos importante. Seguimos en guerra, y los extranjeros tienen armas a distancia, con las que pueden matar al menos al seis soldados con solo una de ellas.

Sigo creyendo que es algo de cobardes el esconderse tras una de esas cosas a metros de distancia del enemigo. Si fueran soldados de verdad, lucharían con la espada, y morirían con honor. Pero esos hombres le temen a la muerte, y no piensan rozarla de no ser necesario.

Por eso los americanos amenazaban con una de sus preciadas bombas, pero a un nivel mucho mayor. Según la información que corría, Hiroshima iba a ser uno de los principales objetivos de una explosión nunca antes vista. Pero algo ha sucedido, y esa bomba nunca llegó a terreno japonés, para alivio de todo mi pueblo.

Pero no podemos quedarnos así. No podemos. ¡Debemos ganar a los americanos! Si tan solo me dejasen salir al frente, si pudiera luchar con todos...

—¡Akiko! ¿Qué te dicho de jugar con esa katana?

Madre me mira, enfadada, desde la puerta que separa el dojo de la casa. Hago un par de movimientos más, sin pararme a verla, como si no la hubiese escuchado.

—¡Akiko!

El suelo del dojo cruje, y la miro.

—¡No estoy jugando! ¡Y tengo veintidós años, debería poder ir al frente igual que Takashi!

—¡Takashi es un hombre! ¡Tu deber es quedarte en casa! ¿Cuándo lo vas a entender, niña?

—¡No quiero entenderlo! ¡Soy mejor que Takashi con la espada! —Aprieto los labios. No quiero que el destino de mi mejor amigo sea morir en la guerra—. ¡A él no le gusta la guerra! ¡Él no quiso ir, pero yo sí! ¿¡Por qué?!

—¡Porque no! ¡Te prohíbo que cojas esa katana, señorita!

—¡No puedes hacerlo! ¡Es lo único que me queda de padre!

—Claro que puedo.

Su mirada me congela el alma. Es tan profunda, tan seria, que no puedo evitar temblar. Sin embargo, la ira se sobrepone a mi miedo y aprieto el mango de la katana

Padre murió en la Gran Guerra. No lo llegué a conocer, y si lo hice, no lo recuerdo. Solo sé que me dejó esta katana como un recuerdo de cuánto me hubiera querido de seguir vivo. Debo honrar su memoria, ganando esta guerra por mi país.

—No tienes poder sobre mí —alzo la katana hacia ella, y la miro a los ojos.

No me gusta nada de esto. No me gusta enfrentarme a ella, pero no puede evitar que vaya.
Recojo mi pelo en una coleta, y con la katana, lo corto. Los cabellos negros, largos, caen a mi alrededor. Madre me mira impasible, como si nada le afectase.

No le digo nada más. La esquivo mientras salgo del dojo, de casa. Escapo de mi familia, ignoro al hombre que iba a ser mi marido sentado en el tatami del salón.

Nunca más voy a volver a ese lugar. Porque ya no soy Takahashi Akiko.

Soy Takahashi Akira.

Como mi padre.

___
Cuando me alisto en las filas, nadie duda que sea un hombre. Algo débil, menor a lo que en realidad soy, pero un hombre. Mis pechos nunca han sido particularmente grandes y el traje es lo suficientemente holgado para que no se noten mis curvas. Además, mi piel no es tan delicada como el de otras mujeres, porque yo he pasado días enteros al sol entrenando con la katana.

Me envían en una embarcación a Estados Unidos. Infiltración. Me llevan como prisionera de guerra junto a otros soldados más, pero la realidad es que las cuerdas están falsamente atadas para que podamos tomar el control cuando nos sea conveniente.

Nos tratan peor que a basura, y pasamos días enteros sin comer ni beber nada. De vez en cuando, sin desatarnos, nos dan un trozo de pan duro y un vaso de agua que quién sabe de dónde ha salido. No preguntamos tampoco.

Contamos los días con el atardecer y el amanecer, cuyos anaranjados colores aparecen por una rendija de la puerta, en el camarote en el que nos tienen prisioneros. En realidad, creo que hace las funciones de almacén, pero no estoy segura.

Solo soy yo con mis pensamientos. Nos tienen la boca atada menos cuando comemos. Y no son particularmente amables. Hemos recibido palizas como divertimento de esos occidentales, y no puedo evitar preguntarme si todos serían así.

Nunca he sentido tantas ganas de matar a alguien como en estos momentos. De desatarme estas cuerdas y tomar la katana que han guardado dentro de una caja, mientras pensaban que dormíamos, para rebanarles el cuello. O atravesarles el corazón. Lo primero que se me antoje.

¿Eso me convertiría en una asesina? No lo sé. Pero si era así, bienvenido sea. Me da igual.

He venido a la guerra, y no puedo pretender ser considerada con alguien. O son ellos, o soy yo. Los americanos no dudarían en meterme una de sus balas en la frente, yo no dudaré en atravesarles de lado a lado con mi katana.

Ellos han matado a miles de los nuestros, ¿por qué habríamos de tener consideración con ellos?

El décimoquinto atardecer es la señal. Acordamos con gestos salir de madrugada, cuando todos duerman y estén lo suficientemente confiados para saber que no saldremos de nuestra prisión porque ya lo habríamos hecho antes, si hubiésemos querido. Mentalidad occidental.

Sonrío mientras me quito las cuerdas y me destapo los labios.

Por fin, mi momento ha llegado.

___

El momento no es tan bonito como me lo había imaginado.

Mi sed de sangre se desvanece cuando veo las súplicas de aquel niño rubio, con ojos azul cielo, escondido debajo de la cama. Llorando a lágrima y rogando por su vida. No entiendo el inglés, pero no me hace falta

Please... Don't kill me...

Le hago una seña para que se calle. Le respondo a mi compañero que no hay nadie en este camarote cuando me pregunta.

La sangre me mancha la cara, las manos, la ropa, pero no puedo mancharme con la de este niño inocente. Le sonrío y le hago una última seña para que se calle y que no salga de ahí.

Suspiro irónica. Después de todo, madre tendría razón.

No soy una soldado

___

Bueno, bueno, este sería el primero de Septiembre. Para que no coja el tiempo XD.

Sería el reto número 4: haz que tu protagonista se convierta en un asesino. Bien, pues este es el mío. Me viene bien como antecedente del siguiente, que está relacionado con este.

Dejo links!

La pluma azul de Katty

Solo un capítulo más 

Hasta otra!  



 

3 comentarios:

  1. Baia, baia, desde el principio pensaba que era el objetivo de cambiar la historia (¿será el que te estás guardando para la continuación?), me has pillado totalmente al final.

    Me ha gustado mucho, tiene que haber sido complicado comprimir tanta historia en 1000 palabras, la verdad. Y no se parece a Mulan, tranqui xD. Me mola el toque japonés, con la mención a su forma de entender el honor.

    Solo un apunte. Casi al final pone "No entendía el inglés, pero no le hacía falta". ¿Supongo que quieres decir "no me hacía falta", ya que lo demás está en primera persona? Me ha parecido una errata de esas que se cuelan y no las ves.

    ¡Felicidades por tu primer relato tan pronto! Vas genial :D ¡Hasta luego!

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  2. Hola!
    Pues me ha gustado bastante el relato. Confieso que hice trampas y leí el objetivo antes que el relato. Por ello, pensé que la protagonista se cargaría a la madre en esa primera parte tan llena de tensión.
    Me parece acertado y creíble el modo de actuar de los japoneses en el barco, con esa paciencia tan propia de los asiáticos.
    Enhorabuena!

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  3. Muy buenas Ran! Me ha parecido un relato súper chulo. Al inicio también pensé que sería el de meter un personaje conocido fuera de lugar y que usarías a Mulán, luego pensé en alguno de los de adaptar una historia porque cada vez era más diferente a lo que esperaba. Pero al final me has tomado completamente por sorpresa.

    Me encanta la reivindicación del honor oriental, la paciencia y sobre todo la reivindicación feminista de que ella pueda hacer lo que quiera y que ninguna puerta se le cierre por ser una mujer PERO que tampoco deje de ser una mujer por hacer la guerra.

    Muy, muy chulo. Voy al siguiente.

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